La maternidad-paternidad una mirada histórico-cultural: los inicios (1ra parte)

Está claro que ser madres y padres es ante todo una construcción cultural sustentada en una ideología desde las que se estructuran los modos de ser y hacer. Por eso hasta los expertos en temas de crianza, afirman que no hay una única manera de ser tales y no dan recetas acerca de cómo ser o hacer las cosas. Cada momento histórico y cada cultura ha hecho su propia elaboración acerca del modo como en sus sociedades y grupos humanos se construye y se estructura la relación con los hijos e hijas, y por ende el modo como se arma la maternidad-paternidad. El planteamiento ha ido cambiando con el paso del tiempo y algo que antes se basaba principalmente en el instinto y la biología, en la actualidad depende cada vez más de las creencias, ideologías e intervenciones culturales.

En los inicios el ser madres y padres respondía ante todo a las demandas biológicas que como mamíferos peculiares nos exigen los bebés humanos. Los bebés de nuestra especie debido a la inmadurez de su sistema nervioso necesitan ser cuidados por un tiempo más largo y con más dedicación en especial por sus madres, durante el 1er año de vida. Esa inmadurez, dependencia y desvalidez de los bebés humanos implica cuidados de tiempo completo y por ende un nivel de demanda muy alto que no puede ser satisfecho sólo con la presencia de la madre, como sucede con el resto de los mamíferos. Este característica biológica determina la necesidad de cuidados especiales y de tiempo completo en aras de la supervivencia de las crías, lo cual propicia que aparezcan redes sociales más estrechas y permanentes en torno a ellas (es decir que la madre no esté sola en el proceso de maternar), para garantizar los cuidados de las crías, en tanto estas pueden valerse por sí mismas.

A eso se suma el que al igual que otros ámbitos, la maternidad y la paternidad también están inmersas en este contexto que rige nuestro estilo de vida y que de alguna manera responde a la ideología del occidente globalizado del cual somos herederos. Eso condiciona que en nuestros días el ser madres y padres está influenciado profundamente por las leyes que rigen nuestra vida en otros ámbitos, en especial en lo relacionado con el consumo y nuestros roles económicos. Eso hace que muchas prácticas normales y necesarias desde el punto de vista biológico en relación a la maternidad-paternidad se vean influenciadas culturalmente, por los supuestos de la ideología patriarcal dominante y consumista de la que somos herederos. Tal es el caso del parto y la lactancia materna, que en ambos casos han pretendidos ser sustituidos por nuevas tendencias que cada vez minimizan más el rol de la mujer-madre, en aras de del nuevo rol de la mujer-sujeto económico que tanto hemos reivindicado desde las tendencias feministas.

En este esquema de pensamiento el ser madres ha estado históricamente enfocado desde una perspectiva desventajosa, y principalmente masculina. Dicha perspectiva responde enteramente a los supuestos establecidos en relación a lo que significa ser mujer desde las nociones culturales patriarcales y más adelante desde las reivindicaciones feministas. Reivindicaciones que fueron elaboradas desde asumir al hombre como nuestro patrón de referencia a alcanzar, y que nos llevó a promover y defender una feminidad que niega y desconoce nuestra propia biología y por ende la de la especie en su conjunto.

En los inicios de construcción de nuestra condición humana el ser madres y padres responde más que nada a los altos requerimiento de atención y cuidados de las crías, y es lo que marca el inicio de la vida en comunidad con roles sociales establecidos principalmente en torno a los requerimientos de la maternidad. Acomodar y facilitar la maternidad potencia la necesidad de vivir en comunidad para colectivizar los cuidados y atenciones que requieren los bebés y niños. El papel protagónico de la madre en ese proceso y la imposibilidad masculina de amamantar, va determinando que los roles de las mujeres-madres giren y se establezcan en torno y al ritmo de los más pequeños del grupo. En esa misma medida los hombres del grupo y las mujeres no madres, pasar a ocupar funciones de abastecimiento y movilidad, en aras de proteger y apoyar a los más pequeños y a sus madres. Es precisamente por las particularidades biológicas en relación a la descendencia que se establecen determinadas funciones sociales, muy posiblemente sin juicios de valor o prejuicios acerca de las capacidades y limitaciones de cada sexo para desempeñar estas o aquellas funciones. Incluso en aras de realmente proteger y acompañar a la maternidad en el importante rol de garantizar la supervivencia de la especie, la paternidad se organiza con el rol del proveedor-cuidador.

(CONTINUARÁ.)

Esta entrada fue publicada en Cultura y Género y etiquetada , , , , , . Guarda el enlace permanente.

2 respuestas a La maternidad-paternidad una mirada histórico-cultural: los inicios (1ra parte)

  1. Muchos avances sociales y muchas nuevas tecnologías que nos facilitan la vida pero estamos olvidando lo más importante de la esencia humana: somos capaces de crear una nueva vida y en ocasiones anteponemos todo lo que debería ser secundario (trabajo, dinero, aficiones) y nos resistimos a reconocer que nuestros hijos son el legado más importante que podremos dejar.

    • micelys dijo:

      Así es planeandoserpadres hemos perdido el foco de atención entre tantos supuestos armados en torno al dinero, el consumo y la tecnología, y con eso hemos desestimado a la familia, a los hij@s y asumido prácticas que abiertamente atentan contra estos. Un gusto saludarte por acá 😉

Replica a planeandoserpadres Cancelar la respuesta