¿Amamantar?

En lo personal creo que está fue la pregunta que me cambio la vida y el modo como he asumido vivir mi maternidad. Estoy segura que si hubiera decidido no amamantar o hacerlo con lactancia mixta o por corto tiempo, hoy sería otra persona totalmente diferente, y por supuesto como familia también.

En realidad de acuerdo a mis caminos perfectamente podría haber decidido no amamantar o hacerlo sólo por poco tiempo o hacerlo manteniendo una «distancia sana» con bebé. En especial porque durante el pasado estuve totalmente atorada en las ideas feministas más radicales de la igualdad de sexo y género; y sin dudas no hay ningún otro ámbito de nuestra biología en el cual se denote con más fuerza las desigualdades sexuales y de género que en relación al embarazo y la lactancia materna. En nada somos más diferentes hombres y mujeres que en nuestros roles biológicos asociados a la maternidad-paternidad, y que si somos estrictos y respetuosos de esa biología van a condicionar diferencias radicales en el modo cultural de ser madres y padres. Lo que da lugar a que culturalmente la construcción de género en términos de maternidad y paternidad inevitablemente tenga que ser muy diferente, muy contrariamente de lo que el feminismo más radical puede llegar a pretender.

En mi caso personal el hecho de que desde la antropología iniciara en un proceso de indagación y entendimiento profundo en cuanto a las relaciones de género y a los supuestos existentes en relación a la «emancipación» de la mujer en occidente, influyó en que pudiera abrirme a experimentar mi maternidad más allá de los prejuicios feministas de los que era portadora. Aunque reconozco que en la práctica más allá de todos los cuestionamientos ideológicos en torno a la necesidad del apego y la permanencia del bebé preferentemente con la madre durante sus primeros 2 a 3 años de vida, en la práctica viví (en especial al inicio) como una dolorosa pérdida el proceso de dejar de ser una mujer profesional y pública. Como diría Laura Gutman de pronto mi identidad se vio quebrada y transformada, desde el embarazo y especialmente después de la llegada de Iñaki a nuestra vida. En pocos meses fui dejando de ser la mujer racional, científica y objetiva en la que me había ido convirtiendo durante buena parte de mi vida, y empecé a verme sumergida nuevamente en la emotividad a flor de piel de la niñez y adolescencia, con la sorpresa de sentirme incapaz y en buena medida negada a volver a valorar el mundo más allá de todos los sorprendentes caminos de la maternidad, .

En ese complejísimo proceso de búsqueda y replanteamiento identitario siguiendo los instintos más innatos, y desde la insaciable necesidad de aprendizaje que me mueve y con el cobijo y el apoyo del Señor del Viento, fui encontrando mi verdadero yo. Sorprendentemente y en la maternidad se fueron aunando todos los aprendizajes y caminos explorados, ser bioquímica, antropóloga y ahora madre adquirió un valor y una connotación nueva por la posibilidad de combinar y profundizar saberes. En esta nueva circunstancia aparecían causas de un sentido mucho más profundo, ya no había cabida para pensar a la mujer en la necesidad de reivindicar su feminidad en el espacio público, sino la necesidad de reivindicar públicamente su vida en todas sus dimensiones incluida la maternidad, sin dejar de ser pública por ser madre o viceversa.

Fue la conexión y el vínculo de apego con Iñaki, que se inició desde la complicidad e intimidad de la lactancia materna, con el empuje de la necesidad de reafirmación ante el  cuestionamiento y la falta de apoyo externo,  lo que despertó mi ser hacia la toma de conciencia acerca del abandono y la pérdida que significa para el bebé, la urgencia materna (al menos de las madres «liberadas») de escapar al espacio público y pasar por alto su maternidad (para abundar en el tema leer Maternidad y trabajo de Laura Gutman).

A pasos cortos y graduales fui encaminando mi vida hacia un nuevo rumbo, inicialmente desde una manera más intuitiva e irracional y posteriormente cada vez encontrando más sentidos y motivaciones. Luego de 4 años de maternidad me encuentro en este punto del camino, desde la certeza de haber logrado aunar en una sola mujer a la madre y a la profesional. En este momento vivo desde la certeza de haberle encontrado sentido a mi camino para nada lineal o recto, sino por el contrario en zigzag y lleno de recodos. Un camino que desemboca en la posibilidad de brindarle acompañamiento y apoyo a madres y padres en sus procesos de construir y vivir una maternidad-paternidad plena.

2 respuestas a ¿Amamantar?

  1. Avencia dijo:

    Gracias por compartir tu experiencia! Me he sentido muy identificada! El convertirse en una madre de apego es una revolución interior y exterior!

    • Micelys dijo:

      Hola Avecia, un gusto que visitaras mi blog. Ya estuve en el tuyo y leí tu post acerca del apoyo a la LM por parte de las IBCL, intenté dejarte comentario pero algo falló así que lo hago en otro momento. Por acá decirte que definitivamente es lógico que te sintieras identificada con lo que leíste pues también yo tuve que pelear mucho mi lactancia y profesionalmente por lo que vi en tu blog hemos recorridos caminos similares (también soy bióloga lo que especialista en bioquímica y luego devine en antropóloga por maestría y doctorado).
      Nos mantenemos en contacto y sigamos compartiendo esta revolución en torno a la maternidad.
      Un abrazo.

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